Gracias a las mejoras en la tecnología del espacio de trabajo digital durante los últimos años, las fuerzas laborales distribuidas, con todos sus beneficios, se convirtieron en una opción cada vez más viable para las empresas. Sin embargo, a pesar de la promesa de ahorros de costos, agilidad comercial y flexibilidad para los empleados, la inercia de los cargos superiores y los temores frustraron los intentos más generalizados por este cambio de paradigma.
¿Los empleados se mantendrían trabajando fuera de un espacio físico de oficina? ¿Sobreviviría la cultura de la empresa? Como hemos podido apreciar, estos temores, aunque comprensibles, eran injustificados.